martes, 1 de noviembre de 2011

Turdetanos: El final de Tartessos

Mapa de tribus iberas
Este artículo es un recorrido por la cultura turdetana, su época de formación, extensión por Andalucía Occidental, los textos de Estrabón ,contrastación con los datos arqueológicos y aspectos de su cultura material. Partimos de la base de que los turdetanos son los continuadores de los tartesios, o de los grupos sociales del mundo orientalizante, y no hay razón alguna para ver en ellos un origen en la cultura griega o cartaginesa. El término de turdetano es empleado por los historiadores griegos y romanos a partir del siglo III a.n.e., lo que no supone un pueblo distinto al anterior de época orientalizante, sino una nueva situación tras una momentánea crisis, que principalmente afectó a la región onubense, pero no a la Bahía de Cádiz. No hay razón para verlos como elementos étnicos distintos a los anteriores, sino situaciones políticas y socioeconómicas distintas. Al contrario de lo que puede parecer, según algunos autores, desde finales del siglo VI a.n.e. el Bajo Guadalquivir y la Bahía gaditana vivió un momento de esplendor, como se advierte en el registro arqueológico.
Influencia de Turdetania en el Mediterraneo

En este articulo se aborda, mediante diferentes estratigrafías conocidas, entre las que destaca las del Castillo de Doña Blanca, las fechas de sus comienzos y de su disolución e interacción en los siglos de la República romana. Se discute asimismo la tesis de la fundación de Itálica, hacia el 206 a.n.e., y los trabajos estratigráficos efectuados especialmente en el Pajar de Artillo, cuya fecha de comienzo no queda muy clara y puede dudarse de su cronología inicial y secuencia estratigráfica. Sucede lo mismo con otros materiales turdetanos hallados en otras excavaciones en la ciudad romana de Itálica.
Los demás puntos se refieren a ejemplos y sistemas urbanos de ciudades turdetanas, sistemas de fortificaciones, casas de campo, factorías de salazones, aspectos económicos y los tipos cerámicos más característicos que definen esta etapa histórica y sus diferentes fases. Por último, el problema tan debatido de las necrópolis y el hallazgo de las tumbas turdetanas de la ciudad de Mesas de Asta. Se alude escuetamente al problema de los libiofenicios, mencionadas en las fuentes, defendidos por algunos autores como habitantes de la zona, cuyas huellas no se advierten en el Bajo Guadalquivir.
Falcata Ibero-turdetana

Se pretende, en suma, en este articulo analizar algunos de los puntos esenciales de esta época tan importante y activa, desde puntos teóricos de sus significados políticos, sociales y económicos, como factores de desarrollo y de transformación de las estructuras de época orientalizante. Los trabajos efectuados en el Castillo de Doña Blanca han sido de gran importancia para delimitar el tiempo y la cultura material turdetana, siendo hasta ahora el poblado más importante para abordar este problema.

INTRODUCCIÓN
Estilo alfarero turdetano
Pese al interés de los turdetanos en el proceso protohistórico del Bajo Guadalquivir, los estudios hasta ahora han sido parcos y no se posee aún gran conocimiento de ellos en muchos aspectos de su cultura material, socioeconómicos y de proyección ideológica. Incluso no hay uniformidad sobre el origen y formación de esta cultura, y no se han precisado del todo las fases que la conforman. Tan escasa dedicación a esta época histórica se debe en el Bajo Guadalquivir a que se ha oscurecido por el interés hacia Tartesos y a la época orientalizante, adonde se han dirigido todos los esfuerzos de la mayoría de los investigadores de la protohistoria. No obstante, en estos últimos años, se ha acumulado una información suficiente para abordar siquiera los aspectos de la extensión de esta cultura, su periodización, el elenco tipológico cerámico y retazos de su arquitectura. Algunos aspectos son los que vamos a abordar sobre la Turdetania y turdetanos.

Bronce de Botorrita , escritura ibero-turdetana
Me detendré por tanto sólo en algunos puntos que me han parecido de interés, dentro de la complejidad de estas sociedades históricas prerromanas, que pervivieron durante la mayor parte de la época republicana romana.
La hipótesis que sostengo, en lo referente a su origen étnico, es que los turdetanos, o tartesio-turdetanos, como también podría denominárseles, habitaron prácticamente la misma zona de los tartesios, que son sus continuadores y su cultura surgió como resultado de nuevas condiciones económicas y políticas, tras la supuesta crisis del siglo VI a.n.e. Podemos hablar de ellos desde la segunda mitad del siglo VI hasta época romana, y en mi opinión no constituyeron una realidad intrínsecamente distinta a la tartesia, y ni púnicos, o cartagineses, y en el caso de la Baja Andalucía ni los griegos tuvieron un papel relevante en su formación. La visión etnocéntrica helenizante, esgrimida tantas veces como factor indispensable para la formación de la cultura ibérica, desde posiciones también difusionistas, no tienen cabida en esta región, pese a la evidencia de los contactos comerciales en los siglos V y IV a.n.e. Lo cual no significa una sociedad cerrada, sino enmarcada en un contexto cultural y económico muy amplio, en una red de relaciones comerciales y políticas, que actualmente se podría definir como un “sistema mundo”  de gran complejidad.

Guerrero túrdulo
Los turdetanos son los descendientes de las gentes de época orientalizante, asentados en ese mismo territorio, en una coyuntura socioeconómica distinta, en la que Gadir debió jugar un papel de importancia, sobre todo como centro comercial tras la pérdida de los mercados orientales, e incluso de mercados peninsulares. Pero también se advierte una reorientación, tanto en los sistemas de producción como en los destinos de los productos hacia nuevos mercados del Mediterráneo central y norte de África. Las razones económicas ya no son necesariamente los metales –sobre todo la metalurgia de la plata desde los siglos VIII al VI a.n.e.– sino en los productos agropecua­ rios y pesqueros, como tendré ocasión de mencionar.

El final de Turdetania
En el año 237 a. C., Amílcar Barca desembarca en la vieja colonia fenicia de Gadir (hoy Cádiz) con el propósito de adueñarse de las riquezas mineras de Iberia. Esto supuso el enfrentamiento abierto entre Cartago y varias ciudades de la Turdetania, especialmente las del interior. Las tropas turdetanas se opusieron al avance cartaginés por el valle del Guadalquivir con la ayuda de los mercenarios celtíberos, pero a pesar de ello, Amílcar consiguió su propósito de controlar las zonas mineras de Sierra Morena.
Por otro lado, los reyes turdetanos carecían de una organización global capaz de enfrentarse a la potencia militar cartaginesa, por lo que los ejércitos de los reyes Istolacio eIndortes, cuya resistencia fue mayor, fueron derrotados. 

Posteriormente, los caudillos cartagineses emprendieron la marcha hacia el levante peninsular para fundar "Akra-Leuke" (Alicante) que sería su primera base permanente de operaciones en la Península Ibérica y que posteriormente se convirtió en la Lucentum romana.


A partir de este momento la Turdetania quedaría bajo el imperialismo cartaginés y con ello, trás la derrota de Cartago en las Guerras Púnicas pasaría a manos romanas.

Desde el año 197 a. C., casi todos los pueblos de Hispania se habían rebelado contra la presencia romana y sus despóticas maneras. El 195 a. C., Marco Porcio Catón entraba en Hispania con un ejército consular para aplastar las revueltas. Tras una triunfal campaña, Catón condujo a sus tropas a Sierra Morena, donde los turdetanos tenían sus minas. A pesar de que éstos habían contratado mercenarios celtíberos para combatir a los romanos, los tribunos emisarios de Catón convencieron o coaccionaron a los celtíberos para que se retiraran a sus tierras sin presentar batalla. Después de perder el apoyo militar celtíbero, los turdetanos fueron derrotados en Iliturgi, actualmente conocida como el cerro de Máquiz, en Mengíbar (provincia de Jaén).

Esta derrota significó la pérdida de sus posesiones mineras, lo que obligó a los turdetanos a permanecer en el valle del Guadalquivir, dedicándose a la agricultura y la ganadería. Por su parte, Catón regresó al norte atravesando la Celtiberia con el fin de amedrentar a los celtíberos e impedir futuros levantamientos, aunque a partir del 193 a. C., las rebeliones serían habituales.

Con el triunfo definitivo de los romanos y la romanización total de la Península Ibérica, todo lo que había significado la cultura tartesa y la de sus descencientes turdetanos y túrdulos pasaría al olvido.
Fuentes:Diego Ruiz Mata,  "Las Huellas de la Memoria" Estrabón, Geografía.III.4.2-8.

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